El PVC es un derivado del plástico. Es un polímero de color blanco que comienza a reblandecer a los 80º. En el proceso de fabricación de este suelo para la práctica deportiva se utiliza como base el polímero “policloruro de vinilo”, que es un polvo blanco, que a partir de los 80º se convierte en una masa a la que se le da la densidad y forma deseada. Tiene resistencia eléctrica, es dúctil, tiene estabilidad dimensional, resistencia ambiental y además es reciclable. En definitiva, reúne todas las propiedades necesarias para practicar deporte. Este producto lo podemos encontrar en rollos prefabricados en diferentes longitudes y anchura que se sueldan in situ.
Se suele presentar en dos o más capas (en función del espesor) de diferentes densidades. Las capas inferiores las denominamos foam o memory foam. El foam es una espuma de baja densidad, viscoelástica, cuya principal propiedad es que disipa la presión del cuerpo de manera uniforme.
La capa superior es de alta densidad y es a la que habitualmente se añaden los aditivos para dar el color, tratamiento para los rayos uva (para que no pierda el color con el paso del tiempo) y otros para mejorar las propiedades de uso de estos pavimentos. Esta capa suele ser de un espesor fijo que oscila entre 0,5 y 1,2 mm.
En los pavimentos de PVC para el deporte se debe colocar entre ambas capas una finísima malla de fibra de vidrio cuya misión es absorber las dilataciones y contracciones y de esta forma evitar la deformación de estos pavimentos. Es muy importante cerciorarse que el suelo que vayamos a comprar tenga este elemento.
Este tipo de suelo admite peso por ejemplo paso de grúas para mejoras o reparaciones de alumbrado, megafonía etc.